4.5.09

td/031 - Etiqueta de frigo

Etiqueta de aluminio de un viejo frigo Ready.

Cuando recogí esta placa, ya no quedaba ni rastro del frigo al que pertenecía. Aquel viejo Ready 500 de los años '50 ya estará oxidándose en algún vertedero...
Y después de costillas de cordero, coliflor cocida y leche semidesnatada, sus repisas tan sólo albergarán tierra sucia, dioxina y gusanos.

Las ruinas donde la encontré eran todo lo que quedaba de una vieja estructura militar de la segunda guerra mundial (probablemente un almacén de municiones, a juzgar por el doble muro), que debe haber sido habitada durante un tiempo incluso después del conflicto, hasta su definitivo abandono en los años '50/'60.

Volvamos al tema de este post: ¡el frigo!
La mayoría de nosotros nacieron con un frigo en casa, y estamos tan acostumbrados a su presencia que nos cuesta imaginar una cocina sin su presencia tranquilizadora. Pasa un poco lo mismo que con el interruptor de la luz... nos damos cuenta de que existe sólo cuando por alguna razón no funciona.
Sin embargo el frigo ha aparecido en nuestras casas en tiempos bastante recientes. Cuando nuestros abuelos eran jóvenes, ninguno de ellos tenía un frigo.
Existían las neveras, y toda una serie de técnicas y estratagemas para conseguir que los alimentos se conservaran durante más tiempo.
Todos conocimientos que se han ido perdiendo poco a poco por causa de este gran baúl metálico que abrimos y cerramos decenas de veces cada día. De su vientre helado sacamos toda clase de tesoros con la máxima naturalidad... no se nos ocurre cuántas de estas cosas, de no ser por el frigo, serían solamente espejismos inalcanzables: una bebida helada en pleno agosto, las albondigas hechas por la abuela una semana antes, el bote abierto de pimientos asados "producto de Peru"...

Y si un día, por alguna razón, ya no fuera posible confiar en el frigo para conservar la comida... ¿cómo cambiaría nuestra vida? ¿Seríamos capaces de mantener invariados nuestros hábitos alimentários a través de algún método de conservación alternativo?
Por como están las cosas en la actualidad, lo dudo mucho.

No es tan absurdo pensar que algún día el frigo nos abandone, quizás sólo temporalmente, quizás para siempre. Como muchos otros objetos presentes en nuestras casas, necesita de electricidad para funcionar. La electricidad es producida por centrales de diferentes clases (nucleares, a carbón, hidroelectricas, fotovoltaicas, eólicas, etc..) y distribuida de forma capilar a todo el país a través de una extensa red de centralitas, cables, transformadores...
Un mecanismo complejo y delicado que podría atascarse en cualquier momento por el motivo más banal (por ejemplo la caída de un pilón, como en el apagón que dejó sin luz a casi todo el territorio italiano en septiembre de 2003).

En realidad la causa podría ser mucho más seria, como por ejemplo una tormenta solar de especial potencia, que alcanzando el campo magnético terrestre provocaría la fusión de los transformadores y la siguiente paralisis eléctrica total durante semanas, meses o quizás años. Las consecuencias a nivel mundial de dicho evento serían catastróficas.

Si queréis más información sobre el tema, podéis leer ESTE artículo de ABC digital, que describe muy bien la situación que podría crearse. La fuente de la noticia es un estudio de la NASA, así que no estamos hablando de grupos New Age o de supuestas profecías del siglo XVI.

Sin querer ser inutilmente alarmista, me gustaría hacer un discurso un poco más constructivo.
En casos como el anterior ¿qué podríamos hacer nosotros para seguir conservando nuestros alimentos (siempre que después de las escenas de pánico y los saqueos que seguirían, quedara algo de alimentos)?
Antes que nada, es necesario saber que los alimentos no se conservan todos de la misma manera, y que algunos resultan más difíciles de mantener.

Los alimentos que tienen vida más larga son los cereales. Si conservados en lugar seco y lejos de parásitos, pueden mantenerse inalterados durante años. Moliendo los cereales se produce harina, que junto con el agua nos da el pan, o sea la base de la alimentación humana.
Quiero decir que si tenemos cereales y agua potable no nos moriremos de hambre.

Luego tenemos las verduras y la fruta de temporada, que no tienen larga duración, pero que pueden ser recogidas y consumidas en el momento, (si tenemos a disposición las plantas que las producen). En este caso el que posea un terreno o un pequeño huerto tendrá una enorme ventaja.
Toda la producción de invernadero depende de maquinas que mantienen controlada la temperatura y la humedad para poder producir melones y tomates en pleno invierno...
Además, si vivimos en España, podremos olvidarnos de piñas y otros frutos exóticos, que para llegar hasta nosotros tienen que cruzar el océano en celdas refrigeradas dentro de enormes barcos.
Muchas verduras se pueden secar al sol o cocinar y conservar en aceite dentro de botes estériles y cerrados herméticamente, para ser consumidas incluso a distancia de años.
Hace cuatro o cinco años usé un bote de salsa de tomate preparada por mi abuela ¡en 1996!

Los productos lácteos deben ser consumidos en tiempos muy breves, aunque los quesos curados, protegidos por sus costras, pueden tener vida más larga. Las antiguas despensas siempre eran lugares oscuros y frescos (la luz altera a los alimentos), a menudo se encontraban bajo tierra o en cuevas naturales, que mantienen inalterada su temperatura en todas las estaciones. No hace falta decir que nuestras casas modernas y funcionales no están preparadas para esta eventualidad...

La leche recién ordeñada tiene que ser hervida y bebida el mismo día (para aprender el noble arte del ordeño, os devuelvo a ESTE post).

Los huevos también deben ser consumidos en tiempos breves, pero se pueden conservar mejor si están cocidos. En este caso es importante no enjuagaralos con agua fría, ya que las bacterias presentes (incluso en el agua potable) penetrarían a través de la cáscara y se multiplicarían libremente dentro del huevo mismo.
Pero en este caso la solución es muy sencilla: es suficiente tener dos o tres gallinas en el patio o en la terraza y ¡no faltarán huevos frescos todos los días!

El pescado y la carne son los alimentos de más difícil conservación, pero afortunadamente son también los primeros a los que podemos renunciar sin consecuencias negativas para nuestra salud. Más bien lo contrario.
Ésto a pesar de que nuestra sociedad nos lleve a considerar el consumo de carne como indispensable.
Yo no soy muy neutral en este tema, ya que abandoné el consumo de carne y pescado hace casi 15 años, y considero que la vegetariana sea la mejor opción posible en ámbito alimentário. Pero no se preocupen, no tengo intención de hacer propaganda.
Simplemente miren en su plato (más allá de los aliños y del sabor) y hagan su elección, conscientes de que ustedes se van a convertir en lo que están comiendo.

Si su elección será la de seguir comiendo carne, le interesará saber que ésta también se puede conservar durante más tiempo sin el auxilio del frigo o del congelador, pero será necesario tratarla de forma más compleja. Por ejemplo, se puede proceder a la producción de embutidos, sumando las ventajas de salazón y deshidratación. El primero fue el método más usado desde la antigüedad, ya que la sal mata a las bactérias que provocarían su descomposición.
Después de haber sido oportunamente tratada con especias, la carne deberá quedar diversas semanas bajo sal, y sucesivamente se podrá tender al sol y disecada (este proceso también tarda de 5 a 16 semanas). Así que es fundamental encontrarse en una zona seca y bien soleada.

La misma técnica puede ser usada para el pescado (véase por ejemplo en bacalao).

Nuestros antepasados, que solemos considerar más tontos que nosotros simplemente porqué nacieron en épocas tecnológicamente menos avanzadas, conseguían tener hielo hasta en pleno verano. ¿Cómo lo hacían?
Con las neveras.

Las neveras eran pequeños pozos de piedra abovedados, donde se iba almacenando la nieve durante el invierno para tenerlo a disposición para el resto del año, y se usaron hasta el comienzo del siglo XX, cuando hizo su aparición el hielo artificial.

En el fondo del pozo, entre los 50 - 100 cm. se situaba un emparrillado de madera para separar el hielo del suelo y dejar escurrir el agua a la tierra si esta es suficientemente porosa o en caso contrario al desagüe hecho a tal fin. La nieve o el hielo se machacaba y apisonaba con los pies, palas y mazos de madera formando una masa compacta y sin huecos, favoreciendo así su conservación. Se arrojaban cubos de agua, algunas veces sal, para formar un bloque de hielo lo más homogéneo posible para facilitar su conservación y uso durante la época más calurosa del año.

La nieve se disponía en capas separadas por paja, helechos u hojarasca lo que facilitaba su permanencia y la posterior tarea de troceo. Se cuidaban de no dejar huecos en el relleno y de no colocar demasiada paja para evitar que esta fermentase desprendiendo calor.
(fuente: Bordòn para el recuerdo)

Bueno, a estas alturas, con un poco de suerte, podremos empezar a reorganizar nuestra vida también en un mundo sin electricidad y libres de la esclavitud física y psicológica del frigorífico.
Si mientras, habremos tenido la oportunidad de construirnos de forma barata una casita en las colinas con un pequeño huerto y granja privada, ¡no nos faltará de nada!

...¿O echaremos de menos la tele?

DETALLES:
Tamaño: cm 5 x 4
Peso: 1 gr
Productor: C.Paccagnini inc. - Milano

Datos frigo:
Modelo: 500
Armario n° 231404
Grupo n° 771404
Tensión: 220 Volt

Procedencia:
2005. Alrededores de Génova, una tarde de verano en busca de moras.

1 comentario:

Blogs de Mayores dijo...

Desde el blog en apoyo al “Premio Maria Amelia López Soliño” a la mejor bitácora escrita por una persona de la tercera edad, te agradecemos el cariñoso comentario de condolencia dejado en su blog y te animamos a estimular a los más mayores a seguir su ejemplo.

Un saludo afectuoso.

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