17.2.09

td/028 - Listón de Mauthausen

Fragmento de madera procedente de una barraca del campo de concentración nazista de Mauthausen (Austria).

Recientemente en los periódicos he leído en más de una ocasión la palabra "negacionismo", así que me parece el momento de guardar en mi trastero también este "pobre" trocito de un listón de madera, que si pudiera hablar tendría mucho que opinar sobre ese tema.

Recogí este fragmento de pared en 1991 desde el suelo de una de las barracas del campo de concentración de Mauthausen, un ameno pueblo de Austria rodeado por verdes campos y bosques, que en los años de las deportaciones fue teatro de acciones muy poco amenas y realmente difíciles de imaginar en ese entorno.
Por entonces tenía 16 años, y fui a Austria de vacaciones con mis padres. En nuestro recorrido, que tocó Innsbruck, Salisburgo y Viena, también llegamos a Mauthausen.
No recuerdo cuánto hubo de casual y cuánto de planificado en la elección de esta meta, pero aquel pequeño desvío para alcanzar el pueblo en la provincia de Linz fue hecho con el preciso objetivo de visitar el lager.
La estructura, parcialmente conservada a modo de mónito para las generaciones futuras, es visitada cada año por miles de personas, y dentro de las barracas (en parte reconstruidas después de la guerra) había una exposición de objetos y documentos fotográficos de lo más impactantes.
Sin embargo, esta simple visita de una mañana de verano de hace 18 años, me ha enseñado algo que ni en 100 años de estudios en el colegio podría haber aprendido.

En realidad el de Mauthausen-Gusen era el mayor de una serie de campos más pequeños situados en la misma zona, y recibía la categoría de Lagerstufe III (es decir de tercer grado, el más duro). Fue el único campo de detención indicado con este grado.
Fue inaugurado en agosto de 1938 y destinado a "... detenidos con graves pendencias penales, no reeducables, y al mismo tiempo penalmente reincidentes y antisociales, así como detenidos por razones de pública seguridad, que a duras penas pueden ser recuperados...".
De hecho los primeros "huespedes" del campo fueron socialistas, homosexuales y gitanos.

El interior de una barraca.

Más tarde vinieron los deportados polacos, principalmente artistas y profesores universitários, más de 7.000 republicanos españoles y prisioneros de guerra soviéticos.
En los años siguientes hubo olas de deportados procedentes de otros campos. Se calcula que por el conjunto de todos los campos de Mauthausen hayan pasado alrededor de 335.000 personas, hombres, mujeres y niños (también había un sector femenino).
Diciendo que "han pasado" no quiero decir que después hayan sido llevados a otros sitios...

Si Dachau se consideraba un internado, Mauthausen era visto por los nazistas como un verdadero campo de exterminio y por lo tanto los prisioneros sólo podían tener a sus ojos el privilegio de vivir unos meses más, hasta que servían en las canteras de piedra. Despuès, en base a escrupulosos programas, eran eliminados y sustituidos por otros en mejores condiciones físicas. Había un contínuo cambio para mantener la producción a los niveles más altos, pero para los trabajadores la única constante era el exterminio, llevado a cabo con los siguientes métodos:
  • El pesadísimo trabajo en las canteras de piedra, con el transporte a espaldas de bloques de hasta 50 kilos por una larga escalera que desde el pozo subía al campo. Esta recibía el nombre de "escalera de la muerte", así como viene descrito en el libro "Los 186 escalones" de Christian Bernadac.
  • Las cámaras de gas (que existían y que aún se pueden ver, al igual que las montañas de latas de Zyklon B, el gas usado para las "duchas desinfectantes").
  • Duchas de agua helada durante horas hasta la muerte por hipotermía, con la que se acabó con la vida de unos 3.000 internados.
  • Ejecuciones masivas (El comandante del campo, al cumplir su hijo los 18 años, le regaló una pistola, luego puso en fila a una veintena de prisioneros y le enseñó a disparar).
  • Experimentos médicos (una de las secciones más escalofriantes de la exposición, enriquecida con muchas fotos de la época, ilustra sus resultados).
  • Desangramiento.
  • Inyecciones de gasolina en el corazón.
  • Ahorcamientos.
  • Cada semana morían de hambre más de 2.000 prisioneros. El peso medio de los "detenidos" era de 42 kilos.
No voy a poner ninguna foto de la época, pero si estáis interesados en verificar que las cosas que he escrito han ocurrido realmente y no se trata de un invento sionista como opinan algunos, es suficiente que hagáis una rápida búsqueda en la web (por ejemplo tecleando "Mauthausen" en el buscador de imágenes de Google). La documentación no falta.

Para aliviar un poco la atmósfera, os propongo a continuación una canción de Javier Krahe, que con su sólita ironía bien describe el estro que el hombre siempre ha tenido en la creación de nuevos medios para torturar y matar al prójimo.
Es de 1980 y se titula "La hoguera":



Es un asunto muy delicado
el de la pena capital,
porque además del condenado,
juega el gusto de cada cual.
Empalamiento, lapidamiento,
inmersión, crucifixión,
desuello, descuartizamiento,
todas son dignas de admiración.

Pero dejadme, ay, que yo prefiera
la hoguera, la hoguera, la hoguera.
La hoguera tiene qué sé yo
que sólo lo tiene la hoguera.

Sé que han probado su eficacia
los cartuchos del pelotón;
la guinda del tiro de gracia
es exclusiva del paredón.
La guillotina, por supuesto,
posee el chic de lo francés,
la cabeza que cae en el cesto,
ojos y lengua de través.

Pero dejadme, ay, que yo prefiera
la hoguera, la hoguera, la hoguera.
La hoguera tiene qué sé yo
que sólo lo tiene la hoguera.

No tengo elogios suficientes
para la cámara de gas,
que para grandes contingentes
ha demostrado ser el as.
Ni negaré que el balanceo
de la horca un hallazgo es,
ni lo que se estira el reo
cuando lo lastran por los pies.

Pero dejadme, ay, que yo prefiera
la hoguera, la hoguera, la hoguera.
La hoguera tiene qué sé yo
que sólo lo tiene la hoguera.

Sacudir con corriente alterna
reconozco que no está mal:
la silla eléctrica es moderna,
americana, funcional.
Y sé que iba de maravilla
nuestro castizo garrote vil
para ajustarle la golilla
al pescuezo más incivil.

En las siguientes imágenes, tres dibujos del artista Agostino Barbieri (deportado a Mauthausen en noviembre de 1944) ilustran mejor que cualquier palabra la vida - y la muerte - cotidiana dentro del campo.

DETALLES
Tamaño: cm 12,3 x 2,9 x 0,6
Peso: 5 gr

Procedencia: 1991, Konzentrationslager Mauthausen-Gusen (Österreich).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

busco noticias de un dibujante o ilustrador francés: Maréchal recluido en Mathausen. Poseemos unos dibujos datados entre 1894 y 1928 q el autor donó al padre de una compañera, tambien interno, q murió sin aportar ninguna información.

Werner Maresta dijo...

Lo siento, no puedo ayudarte.
Me imagino que ya habràs buscado informaciones en internet...

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