7.1.09

td/026 - As de Salduie

Moneda de bronce de época romana del valor de un as.

El as nace como unidad de peso y se convierte en moneda en el siglo IV a.C., manteniendose en circulación con alternas fortunas, hasta el siglo III d.C..
Se trata de un valor muy bajo (1 décimo de denario) y es una moneda muy difusa, aunque existen de ella muchas variantes. Esto porque, al contrario de lo que ocurría con las monedas de oro y plata, el Senado de Roma podía conceder el derecho de acuñar ases a las provincias del Imperio.

Es el caso de esta moneda, emitida por la provincia ibérica de Salduie (la actual Zaragoza) entre los siglos I y II a.C., y que respeta el clásico motivo "hispánico" usado en casi toda la península: un perfil masculino en el anverso (A) y un jinete cabalgando en el reverso, además del nombre de la ciudad emisora (B).

El nombre romano de Salduie era en realidad Caesar Augusta, transformado más adelante en Saraqusta y finalmente en el actual Zaragoza. Sin embargo en esta moneda la ciudad es nombrada con la antigua lengua de los íberos que poblaban la region.

Las lenguas preromanas en la península ibérica entorno al año 200 a.C.

La palabra "Salduie" está compuesta por siete letras, pero aquí tan sólo aparecen seis carácteres: S-A-L-DU-I-E. De hecho, en la lengua íbera, algunos signos no representaban simples sonidos sino sílabas enteras, como es el caso del signo DU/TU. En el signario a la derecha se pueden comparar los carácteres del alfabeto íbero y su transliteración fonética al alfabeto moderno, mientras en la imágen de abajo se evidencian esos mismos signos en el reverso de la moneda y en un dibujo de otra pieza del mismo tipo.

Esta moneda fue un regalo de mi profesor de religión en la época del bachillerato, padre Boldorini.
A pesar de que se tratase de un sacerdote y de que su "asignatura" tocase temas que no tenían mucho éxito entre los estudiantes, la cultura y la preparación que él mostraba en sus clases era notable, y llegaba a tocar los temas más diversos: historia, arqueología, ciencia, actualidad... Era probablemente uno de los pocos profesores a los que escuchaba con interés sin leer a escondidas algún cómic bajo el escritorio.
A menudo sus lecciones se convertían en una especie de diálogo, a veces incluso muy animado, entre sus posturas (más o menos fieles al dictamen de la Iglesia) y las nuestras. Recuerdo que uno de los temas discutidos en una de sus cleses fue el de la Sábana Santa que se conserva en Turín, y que es considerada por muchos el lienzo que cubrió el cuerpo de Cristo en el sepulcro.

No os contaré la historia en el detalle porque, a pesar de que este blog nazca también para contar historias, la de la "Síndone" (así se llama el lienzo en italiano) sería demasiado larga para un sólo post.
De todos modos, uno de los elementos más mencionados por los que defienden su autenticidad, es la presencia de dos pequeñas monedas sobre los ojos del difunto, detectadas a través de análisis tridimensionales de la imágen. Eso correspondería exactamente a las costumbres funerarias palestinas de la época.
Yo conocía este asunto por haberlo leído en una entrega de la enciclopedia de numismática que estaba comprando en el quiosco, y padre Boldorini evidentemente apreció mi interés hacia el tema.

Él también poseía una discreta colección de monedas antiguas, en su mayoría regaladas por amigos y fieles, y unos días más tarde llegó a clase con un viejo álbum que a mis ojos lucía como el cofre del tesoro en un barco pirata.
Durante el intervalo me mostró todas las monedas y me dijo que si quería, podía elegir una y quedármela.

En realidad no recuerdo ninguna pieza de valor, pero había un poco de todo: romanas imperiales, medievales, del siglo XVIII... en diferentes estados de conservación. Algunas estaban tan consumidas por el tiempo que ya era imposible saber de qué moneda se tratase.
Al final, con mano temblorosa por la emoción, cogí una que me parecía interesante, aunque no pudiera descifrar de dónde procedía. En principio pensé que podía ser griega, ya que en una de las caras se podía distinguir a Pegaso volando... pero fue sólo unos años más tarde, buscando en los archivos que entonces se empezaban a publicar en internet, cuando descubrí dónde había caído realmente mi elección. Y fue una grata sorpresa, ya que mientras tanto yo me había movido a España y que Zaragoza era una de las paradas fijas en mis viajes entre Génova y Granada.

Única decepción: Pegaso no tenía alas, era un simple caballo montado por un jinete que llevaba un clámide (capa corta) y una palmera en la mano. No todo es lo que parece.

DETALLES
Tamaño: por verificar
Peso: por verificar
Epoca: siglo I-II a.C.

Procedencia:
1993, colección privada de "don" Boldorini.

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